martes, 9 de abril de 2013

Bronce y luna



Bronce y luna cuenta los amores interraciales entre Rafael Olmedo (José Suárez), un ganadero castellano, y Azucena Heredia (Ana Esmeralda), a la que sus hermanos han prometido en matrimonio con Rufo Carmona (Barta Barry), patriarca gitano del Sacromonte granadino. Rafael rapta a Azucena y la lleva a una fragua de la costa gaditana, donde se esconden hasta poder huir por mar a Gibraltar. En la herrería trabaja una mujer (Isabel de Castro) que representa el destino que aguarda a Azucena, con la frente marcada por no seguir la ley de la tribu. Los hermanos Heredia dan con ellos y los llevan al Sacromonte para que Rufo disponga de sus vidas.

Los compases iniciales, que muestran el encuentro entre Rafael y su gente conduciendo una recua de mulas y la familia de Azucena, camino del Sacromonte, tienen auténtico sabor vaquero. A pesar de que el diálogo sitúa la acción entre Castilla y Sevilla, la escena se rueda a orillas del río Besós con una yeguada de 40 ejemplares cedida por el ejército. Situación y soluciones visuales beben del western clásico, desmentido pronto por unos diálogos literarios a más no poder:
—Parece que te besara la noche —le dice la vieja Soledad (María Victoria Durá) a Azucena al sorprenderla mirando las estrellas—. Tu novio debería ponerle pleito a la luna.

Las situaciones se complican y prolongan inexplicadamente con el duelo diferido entre Rafael y Rufo. Los altos en el camino y los preámbulos de la boda gitana son otras tantas ocasiones para que Ana Esmeralda luzca sus habilidades como bailarina, pero poco más. Esto se hace evidente en las tres largas secuencias coreográficas en las que la danza toma las riendas del argumento, con su homenaje implícito en la escena del cortejo a “La danza del fuego”. Ana Esmeralda ha firmado un contrato con Iquino por un par de títulos después de protagonizar El amor brujo y tendrá una exigua y errática carrera internacional cuyo culmen es la interpretación del eterno femenino folklórico en Carmen proibita / Siempre Carmen (Giuseppe Maria Scotese, 1954). Caballero Bonald la define como: “cimbreña y dúctil” y afirma que en su “inteligencia ha tomado siempre una recia y gitana sustancia plástica”. ¡Lástima que una nariz difícil y un rostro más redondo que ovalado cree dificultades al operador a la hora de encarar unos primeros planos que impone la roma gramática industrial!

En las escenas finales, cuando Rufo va a tomar a Azucena mientras los hermanos de ésta azotan a Rafael, se utiliza la música y el baile como subrayado o contrapunto dramático de la acción, tomando la situación una deriva netamente musical –como de estampa escenificada-, en una pirueta un tanto arriesgada a estas alturas del argumento. Si aquí hace Setó gala de su conocimiento cinematográfico-¿o habrá tomado el propio Iquino las riendas del montaje, como solía?- apurando los lugares comunes de la escuela soviética, la persecución a caballo por parte de Rafael a la carretela que lleva a Azucena por las calles de Sevilla orilla la tensión que podría haber generado la situación y se convierte en una interminable serie de postales de monumentos hispalenses.

Las gacetillas no dejan de subrayar cada tópico de la trama. Así, Andalucía es “crisol en que se mezclan la pena, la risa, la luz, el color, el baile y las canciones”. Una vez más el lugar común se alía con el Cinefotocolor, puesto que la “apoteósica zarabanda que arrastra y enloquece” sólo puede ofrecerse al público “en una realización a todo color como nunca se ha realizado hasta la fecha”.


Bronce y luna (1952) 
Productora: IFI (Barcelona) 
Director: Javier Setó. Director Artístico: Miguel Lluch.
Fotografía: Emilio Foriscot.  
Intérpretes: José Suárez (Rafael Olmedo), Ana Esmeralda (Azucena), Barta Barri (Rufo Carmona), Manuel Gas (“Temperamento”), María Victoria Durá (Soledad), Jesús Colomer (Gabrielo), Jorge Morales (Melchor, el herrero), Isabel de Castro (la hermana de Melchor), Francisco Albiñana (Heredia primero), Francisco Tuset (compadre), Ramón Hernández (vendedor de joyas), Enrique Borrás (portero del cortijo), Ramón Quadreny (anciano).
Color por Cinefotocolor. Normal. 65 min.
Estreno: Madrid, Roxy B: 15 de junio de 1953 (14 días); Barcelona, Bosque y Metropol: 26 de julio de 1954.

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